miércoles, 22 de abril de 2015

El anciano

Bienvenidos a mi relato con motivo del evento Pequeños Grandes Literatos de Reivindicando Blogger. Mi elección fue Homero, El poeta, como lo llamaban los antiguos y vivió (si lo hizo) alrededor del siglo VIII a. C.: escribió (o no) la Ilíada y la Odisea, y tanto su existencia como otras muchas cuestiones han hecho correr ríos de tinta entre los estudiosos. En un principio pensé en escribir en versos al modo de este autor (algo muy difícil, pues la poesía griega antigua no es como la nuestra, basada en la rima, sino en si las vocales son largas o breves y su disposición en las palabras para que, con la colocación de estas de una determinada forma, se adopte una estructura determinada) la continuación del relato ¡Honrad todos al poderoso Kurf'n!, pero en un ataque de perfeccionismo no me vi capaz de llegar a hacer algo realmente a la altura que fuese digno de ello, no en tan poco tiempo para pulir y pulir lo que pudiera llegar a hacer. En su lugar, opté por traer parte de una historia que hacía años había comenzado a esbozar en mi imaginación y que tenía como figura de mentor en el viaje del héroe al Poeta. Espero que sea de vuestro agrado

-x-


Cuando entró en la habitación, el joven no sabía aún cómo de tanto su vida iba a cambiar, cuánto iba a aprender a partir de aquel momento y lo que llegaría a suponer para tanta gente. En la sala se encontraban dos personas sentadas en sendos butacones al calor del fuego crepitante de una chimenea cercana, con algo de beber y de comer reposando en una pequeña mesita entre los dos: un pequeño refrigerio para lo que parecía una intensa sesión de lectura, pues una chica que debía de ser de su edad clavaba su mirada en un libro que leía en voz alta y del que no apartaba sus ojos ni un instante. La otra persona se inclinó hacia delante para coger su vaso y beber, a la vez que dirigía su cabeza hacia los tres recién llegados y les hacía una seña con la mano para que se acercasen. Rápidamente, uno de los hombres que le habían llevado hasta allí comenzó a disculparse:
-Señor, no sabíamos que se encontraba en su momento de lectura, de haberlo sabido hubiéramos venido más tarde…
-Tranquilo, Tobías –la amabilidad en el rostro de aquel anciano parecía infinita-. Has hecho bien. Níobe, déjame un momento con nuestro invitado.
La chica cerró el libro y obedientemente se levantó y salió de la habitación acompañada por los otros dos hombres, no sin antes echarle un vistazo de evaluación al recién llegado: No parece gran cosa, pero será divertido ver si está a la altura, el abuelo dirá, pensó mientras pasaba  junto a él.
¿Por qué lo miraba así la chica? ¿Níobe, verdad? Un nombre peculiar, bonito, sonoro, pero no uno que oigas mucho por ahí. Era importante que no lo olvidase, o ya podía decirle adiós a cualquier posibilidad futura con ella. Pero mira que soy imbécil, el problema en el que estoy metido, y me pongo a pensar en ligar con una chica a la que ni tan siquiera conozco, como si fuera el mejor momento para eso. Espero que este hombre tenga alguna respuesta. Para eso me han traído aquí. ¿Verdad?
-He oído, joven, que ha pasado por una experiencia traumática, ¿me equivoco? –Este anciano sabe lo que ha pasado, eso es seguro.
-¡Y tanto! Supongo que con traumático se refiere a que intenten matarle a uno. Si ése es para usted un ejemplo de experiencia traumática, entonces ha dado en el blanco. –Humm, el chico está visiblemente afectado, no sé si será hoy el mejor momento.
-Bien. Lo que debes saber es que aquí estás a salvo, ahora lo que debes hacer es descansar: hay un cuarto preparado para ti con lo que puedas necesitar, incluida la cena. –Se va a largar, no, mejor dicho, me larga sin decir nada.
-Pero… -Me lo imaginaba: es normal, ha sido mucho que asimilar, pero será mejor cuando esté más calmado.
-Mañana. Te contaré todo lo que quieras, pero permítete un descanso primero. Ya hay alguien yendo a por tus cosas, al menos lo que podamos recuperar.
-Bien, gracias. Buenas noches.
El chico se marchaba poniendo caras, aprovechando que su interlocutor no podía verlo.
-Seré ciego, pero puedo oír como rechinas los dientes y gesticulas. Mañana se te contará todo, tranquilo. -¡Qué vergüenza! Pillado como un crío. En fin, espero que cumpla su promesa, todo este asunto es un lío de mil demonios.
El anciano no pudo evitar esbozar una sonrisa mientras el joven le dejaba a solas en el cuarto. Tanto temperamento, puedo sentirlo claramente en él. Me trae tantos recuerdos... La leña ardiendo por el fuego dio un sonoro chasquido mientras bebía un sorbo de vino de su vaso. Rompió él a su vez el silencio recitando en voz baja, susurrando para sí, un poema olvidado hacía ya tiempo, historia hermana de otras de gloria imperecedera que habían hecho nacer toda una cultura.

La cama había estado bien, y la cena aún mejor, aunque no hubiera sido mucha cantidad. Pero eso no era lo que le importaba: él quería respuestas, y las quería ya. Vagando por la mansión llegó a un comedor donde estaba aquella chica, Níobe, que volteó la cabeza como si supiera que iba a llegar, y la volvió a dirigir hacia su comida, como si estuviera harta de verlo después de muchos años. Un poco pasota, ¿no? En fin, no le interesaba tanto ella como el anciano. No en ese sentido, pero bueno. ¿Será su nieta?¿Su cuidadora, tal vez? ¿Su… mujer? Sabía de mujeres jóvenes que se casan con ancianos para heredar sus fortunas, pero nunca creyó que fuese a estar comiendo con una. Mejor una de las primeras opciones.
-¿Dónde está… el señor? –No sabía muy bien cómo referirse a él sin meter la pata, así que mejor un término neutro.
-Donde lo dejaste. Siempre suele tener a alguien para que le lea o le cuente historias, lo que pasa en el mundo, un chiste que se le ha ocurrido a alguien en la ducha o algo interesante que alguien ha visto en alguno de los recados, así que se pasa el día en la biblioteca, a pesar de que no pueda leer letras.
-¿Y no lee en braille?
-Prefiere la oralidad, ya descubrirás por qué. –Ay, qué sonrisilla. Espabila, hombre, que no es el momento de ligar. Termino el desayuno y voy a esa biblioteca, a ver si puedo encontrarla.
Tras terminar, se levantó de la silla, se despidió, y marchó en pos del anciano. Lo encontró donde Níobe le había dicho, pero no estaba leyendo, sino escuchando música en un tocadiscos en el que no había reparado la noche anterior.
-¿Héctor? ¿Ya estás mejor? -¿Cómo sabe mi nombre?
-¿Cómo sabe mi nombre?  -No creo que le hayan contado nada, al menos ése era el pacto, pues no era necesario. Al final sí lo hubiera sido.
-Es una larga historia, siéntate y ponte cómodo. Soy amigo de tu familia desde hace mucho tiempo. Estuve ahí cuando naciste, incluso.
-Tampoco te creas que fue para tanto, solamente un bichito rosado y gritón más como los demás.
-Ah, Níobe, ¿te marchas ya a tu recado?
-Sí, abuelo. –¡Abuelo! Era lo más lógico al fin y al cabo, pero bueno, espera un momento… lo ha dicho como si hubiera estado allí, pero, es imposible, ¡si es de mi edad! Se estará metiendo conmigo…
-Muy bien, ten cuidado, ya sabes.
-Así que amigo de la familia. ¿Y de qué conocía a mis padres? –Me parece que va a haber bastante que explicar, vamos a estar aquí toda la mañana, pero no es como si tuviera que ir a alguna otra parte, ¿no?
-De tus abuelos. Verás, hay algo que no te han contado nunca y que es determinante para todos, posiblemente para el mundo entero. -¿De qué está hablando este tío?
-¿Mis padres no son mis padres y soy en realidad el hijo ilegítimo de algún personaje muy importante e influyente que si saliese a la luz destruiría su carrera y por eso me quieren muerto?
El anciano soltó una carcajada.
-Humor. Me gusta. Es aún peor. ¿Has oído hablar de dragones? Seguro que sí, los jóvenes de ahora vivís rodeados de ellos: en canciones, series, libros, películas, videojuegos, tatuajes, dibujos animados, letreros… Por todas partes, según me cuentan y oigo. ¿Y qué opinas de los vampiros, hombres lobo, y demás?  -¿Pero este hombre de qué habla?¿Qué tendrá que ver esto con nada?
-Aparte de que se los sobreexplota para hacer a veces productos de dudosa calidad, no sé qué pensar. Estaría bien que existiesen, supongo, por hacer las cosas un poco más interesantes.
-Entonces tu vida se acaba de volver un poco más interesante. No sabes nada, Héctor de las Nieves. -¿Acaba de hacer un chiste con…? No puede ser.
-¿Cómo que más interesante? ¿Quién me atacó? –Se está impacientando, será mejor ir directos a la verdad.
-Verás, el mundo es complicado. Muy complicado, tanto, que ni queremos darnos cuenta de ello. ¿Todos los cuentos, historias, mitos, leyendas, como quieras llamarlos? Tienen su parte de verdad. A veces tanta que asusta. Y yo he estado ahí para verlos nacer. -¿Cómo? Tiene que ser una broma.- ¿Cuántos años crees que tengo?
-No sé, ¿setenta y muchos?
-Ni multiplicando por cien llegaría. Perteneces a una genealogía muy particular, querido, digamos que soy tu más antiguo tío abuelo.
-Espera, esto no puede ser verdad. ¿Vampiros, hombres lobo? ¡Por favor! ¿Qué es esto? ¿Una patochada de algún escritor amateur? ¡Venga ya! –dijo, mientras se levantaba del asiento de un salto.
-Sé que es difícil de creer, pero tienes que escucharme. Lo que te pasó no fue un sueño: te manifestaste, ellos se dieron cuenta y fueron a acabarte antes de que su sistema se fuese al garete. –¡Menudo lío! Aunque me creyese algo de todo esto, que podría explicar y, la verdad, siempre soñé que pasase algo como esto, pero vamos, ¡que era por fantasear!
-¿Ellos? ¿Quiénes? ¿Qué sistema?
-Verás, hoy por hoy, hay una serie de organizaciones ocultas, como esta que yo dirijo, que se dedican precisamente a que permanezcamos ocultos gente como tú y como yo, que lo que ocurre en realidad siga siendo un cuento, y patochadas de escritores amateurs o reconocidos, como tú bien has dicho. Pero eso no significa que todos pensemos igual, y a veces, muy de vez en cuando realmente, surgen rencillas y unos toman acciones más o menos violentas contra otros por venganza o por hacerse con el territorio que controlan, por ejemplo. Date cuenta de que los vampiros, por ejemplo, lo tienen bastante más difícil para conseguir sangre, aunque como habrás visto, no tienen por qué alimentarse de ella exclusivamente, es como chocolate para ellos.
-Yo no he visto…
-Seguro que sí. Si no, ya caerás en la cuenta. El caso es que hay linajes de vampiros en pie de guerra porque un posible rey les ha surgido, y no quieren ceder sus derechos si han de ser revocados.
-Ajá. ¿Y yo soy ese rey de los vampiros, no? Espera, ¿entonces mis padres eran vampiros?
-No, hijo, no. Mucho mejor. Tú perteneces a otra estirpe. -Soy un guau-guau, genial.
-Licántropo, entonces.
-Ah, la lengua griega, qué maravilla. Cómo sigue viva entre nosotros, ¿eh? Yo estuve en sus inicios, que lo sepas. –Este señor está senil del todo, creo que en cuanto pueda me cojo un autobús y me olvido de todo este lío.- Pero no, algo que te va a asombrar.
-¿El increíble hombre-marmota?
-Eres un hombre reptil, querido. Ahora viene lo bueno. Todo se remota a aquellos que se llamó “Atlantes” por gentes que no estaban preparadas para que les contásemos la verdad: hace miles de años, tantos que ya ni recuerdo cuál es mi edad real, una serie de gente, no sé ni de dónde venían, raptó a una serie de seres humanos y en un alarde de soberbia y de poder, comenzaron a hacer experimentos con ellos. Así surgió la mayoría de monstruos, dioses, héroes, y seres de difícil explicación, todos producto de las investigaciones, modificaciones y tecnología de estos atlantes, a falta de un mejor término. Me ha encantado leer a lo largo del avance de la humanidad cómo esta ha ido buscando explicaciones al mundo que le rodea y a sus propios actos. De hecho, me encantan los análisis que hacen sobre mi propia obra: soy alguien muy conocido, que lo sepas, aunque se cuestiona mi existencia y todo.
-Te hace gracia, ¿eh? –No parece creérselo, aunque me parece notar en su voz la duda, con eso me conformo.
-Bastante, la verdad. Encuentro halagador que tanta gente se preocupe por mí. Pero no es eso lo que nos ocupa. ¿O sí lo es? Si quieres puedo contarte más sobre mí.
-Quizá más tarde, continúa. ¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?
-Pues verás, llegó un momento en que sus creaciones nos cansamos de nuestros creadores, y algunos más fuertes que otros consiguieron ponerse en fuga y crear un caos total en su “isla”, nave, o lo que fuese en lo que se movían y que fue como se marcharon: un día llegaron y se asentaron sobre el mar y un día se marcharon, no se los tragó el océano, pero era más fácil de explicar que el hecho de que simplemente había desaparecido una isla entera. Mejor destrucción que desvanecimiento, hace una historia más trágica y moralizante, si ese es el cariz que le quieres dar al asunto. Los que sobrevivimos a ello nos alejamos como pudimos a lo largo y ancho del mundo. Yo volví con mis nómadas en plena migración hasta acabar asentándonos en la actual Grecia, pero algo era diferente: apenas envejecía. -¿Perdón? Este señor debería dedicarse a escribir para Hollywood, se haría de oro. A saber si no es así como ha conseguido esta casa.
-Pues yo te veo bastante envejecido.
-Prueba a tener diez mil años y me cuentas cómo te ves –respondió con una mueca de burla, pero amistosa-. He vivido mil vidas, de acá para allá, aprendiendo lenguas, modos de hablar diferentes, en cada lugar era un personaje diferente, y así fue como vi mucho mundo. La ceguera vino más tarde, pero eso es algo para otra ocasión. Fue en Egipto donde uno de los nuestros y yo contamos una historia sobre ello, y así fue cómo llegó Solón más tarde y llevó el relato a Grecia. Para lo demás sólo tienes que leer a Platón y toda la tradición que se originó a partir de ahí: podría considerarse otra de mis obras.
-¿Y estuviste en la guerra de Troya?
Ante la pregunta, el anciano rió. El chico, estupefacto, no sabía dónde mirar.
-Estuve. Estuve en Troya, en una de las guerras que desolaron esta, pero si te refieres a que si conocí a Aquiles, a Príamo, a Héctor, por quien yo te puse nombre, y a la bellísima Helena, sólo te puedo decir que conocí a los que los inspiraron, pero bien que los canté, por toda Grecia y Anatolia, de corte en corte canté una guerra y un regreso, y otros poemas también, que sin embargo no se han conservado, pero que recito para quien los quiera escuchar; si gustas, podría contártelos un día. –No puede ser él. ES imposible.
-Espera; ¿me estás diciendo que tú eres Homero? ¡Pero hay gente que dice que no exististe!
El anciano asintió a la vez que hacía una pequeña reverencia en su asiento.
-Yo soy. Entre otras cosas, es por eso que te dije que me encanta cómo se ha debatido sobre tantas cosas a lo largo de todos estos años. Soy un hombre reptil, igual que tú, pero no de la misma, digamos, variedad. Soy un hombre tortuga, de ahí mi increíble longevidad, y el nombre por el que he vivido durante esta última época, Quelón.
-¿Y yo qué soy?
-Tú eres nuestro príncipe perdido, la realeza de los que sobrevivimos a la caída de la Atlántida y su mal que juramos o desaparecer completamente, es decir, matarnos, o mantenernos ocultos y luchar por evitar que saliese a la luz: un hombre dragón. Tus ancestros se remontan a mi querido hermano y su mujer, los primeros de todos los de tu clase, a quienes mezclaron con seres provenientes del mundo de origen de los atlantes y que aquí no existieron, por eso nunca se han encontrado fósiles pero sí pervive la leyenda.  Hace siglos que la sangre del dragón no se activa en alguien, por eso te querían muerto, para que no pudieras gobernar legítimamente. En las próximas semanas te instruiremos y protegeremos para que puedas reclamar tu derecho de nacimiento: quieras o no. Es tu obligación.
-No sé qué decir. –Es demasiado para asimilar, no culpo al chico si piensa que deberían meterme en un psiquiátrico.- Es todo tan… increíble. ¿Entonces tú compusiste esos poemas?
-Lo hice, y a la vez no. Yo los contaba aquí y allá, por segmentos, y algunos de los que me escucharon por su parte recorrieron Grecia contándolos, por eso pasan los estudiosos todas esas dificultades, y yo no pienso aclarar nada, así el misterio es más divertido, ¿no crees?
-No estoy del todo seguro de que sea justo para ellos, podrías terminar muchas discusiones.
-¿Y quién me iba a creer? Tú me crees porque has visto lo que pudiste hacer, y lo hace mi familia porque me conoce y sabe lo que puedo hace, pero el mundo no está preparado para nuestra verdad.
-Vaya, estoy sentado frente al hombre que inició nuestra tradición cultural. Es… apabullante. Todo lo que he tenido que estudiar sobre literatura nace contigo.
-Y si todo va bien seré el último probablemente, no tengo ni idea de cuánto llegaré a vivir. Sé que tienes más preguntas, pero tengo una tarea para ti. Esta casa esconde secretos, como supongo que ya te habrás imaginado, entre ellos todo sobre nuestra gente: quiero que los leas, y cuando termines lo básico, vuelve con tus viejas y nuevas preguntas. –Sin duda es una buena idea, quizás así pueda entender todo esto. Y tiene que ser algo absurdamente interesante todo lo que pueda aprender de esa biblioteca secreta.

-Muy bien. Muchas gracias. –Gracias a ti, joven señor. No sabes el duro futuro que te espera.


No dejéis de visitar al resto de participantes y sus homenajes de gran calidad: los encontraréis en http://reivindicando-blogger.blogspot.com.es/p/participantes_19.html


6 comentarios:

  1. "No puede ser él. Es imposible." xD Mojabragueo jarcor por tu parte ahí. Pero, ahora en serio, está en su punto, y en un estilo muy... muy Loco Cósmico, en mi opinión. Enhorabuena. Y que conste que para leer tanto texto a estas horas después de correr todo lo que he corrido hoy, muy interesada tengo que estar.

    Un abrazo salado,

    海♡

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  2. Pones demasiados pensamientos para mi gusto. Además de todo lo que le cuenta el anciano, lo que más resalta el protagonista es que está hablando con Homero, cuando le está diciendo que toda su vida es una mentira, y que ni siquiera es humano como él a creído toda su vida. Me choca mucho eso, y en especial el final, porque tengo la sensación de que el protagonista lo acepta todo muy sumisamente. Es decir, se le nota que está nervioso, pero a mi por lo menos no me transmitió lo que en mi opinión debería de transmitir una persona sacada de lo que considera su realidad. La historia en si me gusta, porque es muy original, pero en mi opinión deberías pulirla un poco.

    Un beso

    Angie

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  3. Pones demasiados pensamientos para mi gusto. Además de todo lo que le cuenta el anciano, lo que más resalta el protagonista es que está hablando con Homero, cuando le está diciendo que toda su vida es una mentira, y que ni siquiera es humano como él a creído toda su vida. Me choca mucho eso, y en especial el final, porque tengo la sensación de que el protagonista lo acepta todo muy sumisamente. Es decir, se le nota que está nervioso, pero a mi por lo menos no me transmitió lo que en mi opinión debería de transmitir una persona sacada de lo que considera su realidad. La historia en si me gusta, porque es muy original, pero en mi opinión deberías pulirla un poco.

    Un beso

    Angie

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  4. Al fin he podido hacerme con el teclado y he venido, como te anuncié, a dejar mi comentario. Esta mañana leí muy atentamente tu homenaje, y lo cierto es que tengo mucho que decir y poca idea de por dónde empezar.

    La idea me ha parecido, sin duda, original y divertida. En fin, no todos los días se encuentra con un Homero - tortuga. De hecho, incluso me atrevería a animarte a desarrollar la historia de Héctor y su linaje, porque puede salir algo muy jugoso de ahí.

    Sin embargo, y por lo que veo, debo darle la razón a Angie en un par de puntos. Creo que no hay un equilibrio entre la cantidad de pensamientos y la narración externa, me resulta excesivo el discurso interno, a pesar de que en ocasiones - como en lo referente a Héctor de las Nieves - aporte un segundo de comedia. No estoy en contra del discurso interno, pero sí me gustaría que hubiese una cantidad menor. Por otra parte, y recurriendo de nuevo a lo que dice Angie, quizá hubiese sido preferible ver en un primer plano la perplejidad, la incredulidad, la reacción más humana del protagonista frente al propio hecho de aceptar cuanto le dicen. Es decir, resultaba evidente la identidad del anciano, por lo que no creo necesario anteponerlo a una reacción creíble y realista.

    Aun así, te diré un par de cosas que me han encantado además de la propia idea de la historia. Me encanta que todo lo que escribas tenga un toque personal y propio, una marca tan característica que lo hace inconfundible. Y me gusta mucho que siempre pienses a lo grande, que tu mente se vaya tan lejos que apenas puedas volver de tu cosmos personal - aunque me gustaría más que algún día pusieses por escrito todas esas ideas que imprimes en los relatos -.

    Y con esto, espero haberte dejado claro que tu homenaje me ha gustado y no me ha gustado, que me parece muy digno del autor pero que como cuento independiente cojea en lo que te he dicho. Así que simplemente esperaré sentada a que explotes ese talento que tienes y me dejes, una vez más, boquiabierta.

    Un frío beso,

    Emily

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  5. Muchas gracias a las tres por vuestros comentarios. A Sam la primera, por ser la primera (XD) en leer e interesarse por él, y a Angie y Em por vuestra longitud y sinceridad. Os explico: quizás debí haberme extendido más, o no haberlo puesto totalmente descontextualizado de su historia, entiendo que por eso puede haber incongruencias; gracias por señalarlo. El asunto de los pensamientos: básicamente, lo que yo quería hacer era intentar mostrar ese flujo de reacción a lo que se dice que ocurre exactamente al momento siguiente en que nos dicen algo, por eso la sobreabundancia de cursiva, y en otros momentos ausencia, una forma de crear tensión que posiblemente me haya salido por la culata y no haya sabido utilizar del todo bien. En cuanto a que le cambien el mundo y no se inmute... Eso viene del propio personaje en sí, y cómo las personas realmente se enfrentan a lo que les pasa: muchas veces ocurre que te dicen algo importante y te quedas con algo secundario en lo que te han dicho: éso, esa es la impresión que yo quería buscar; es decir, le cuentan que han habido y van a haber cambios, que hay cosas increíbles ahí fuera, pero se queda con que un señor increíblemente famoso está ante él, no un ser que no debería existir, sino que se agarra al pedacito de normalidad. La sumisión y aceptación: es que es lo que siempre ha querido, ahí hay un poco de mí: si ahora me ocurriese algo increíble, y me viene alguien a explicar, me lo creo a pies juntillas, sin rechistar.
    Puede que sea demasiada locura por mi parte. Espero que haya iluminado un poco el asunto.

    Muchas gracias de nuevo y un abrazo.

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  6. Realmente no me imaginaba el giro de la historia. Me gusto como se fue desenvolviendo y me quedé con ganas de saber que pasa :)
    Nos leemos ♥

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